viernes, 12 de noviembre de 2010

Marcha Fúnebre

Recibí una llamada, era la de él… como siempre se me hizo un pequeño e insoportable nudo en la garganta. ¿Contesto o...? Maldije la existencia  de mi celular y por su puesto, la de mi vida. Sin embargo contesté, hablé con él...en serio estaba hablando con el. 
Sentí pena, pena de todo...pero sobre todo sentí el deber de querer alejarme de él y de todo.
Irme para siempre.
Matarme.
Morir.

Sabía que en algún momento de mi vida debía hacerlo. Me sentía tan débil, tan deficiente tanto física como moralmente. Toda una muerta en vida. 
Quisiera poder ver esa luz... esa luz al otro lado del río. 



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